Duermo... Sueño alguna pachecada. Despierto. Vuelvo a dormir, vuelvo a soñar una pachecada. Vuelvo a despertar... Anoche se repitió varias veces.
Episodios de 15 minutos aproximadamente, 15 minutos que parecían toda una vida en la misma mente. Se pierde la noción del tiempo y con cada "despertar" da más coraje. A veces despierto, a veces sueño que despierto; otras veces no despierto (o no quiero despertar)... Y cada pesadilla era peor que la anterior, cada vez más intensa, más vívida..., más difícil de recordar al despertar.
Empieza todo con una situación común en mi vida: una plática. Platico con una amiga que me comenta una mala noticia (para mí). Entristezco. Reprimo en el mismo sueño cualquier emoción, conservo la calma en la situación y la plática sigue fluyendo y pareciera que lleváramos HORAS platicando, pues es de notar cierto cansancio de ambas partes. Cada palabra que sale de la boca de mi soñada amiga me entristece más y más hasta que despierto. Despierto triste. Veo la habitación, la luz prendida..., pero no me puedo mover, aunque quiera, para apagar la luz. Mejor vuelvo a dormir. Inicia una especie de continuación de la plática con mi amiga, sólo que ahora platicaba (del mismo tema) con alguien exactamente igual a mí. La plática se volvió una calurosa discusión; gritábamos, nos enojábamos cada vez más, y nos hubiéramos golpeado de no haber estado separadas por un cristal bastante sólido que intentábamos romper en repetidos intentos. A pesar del cristal inquebrantable, nos escuchábamos y veíamos claramente, cada palabra y cada gesto. De repente, en medio de la exposición -a gritos- defendiendo uno de mis argumentos, me paralicé. Sentí un nudo terrible en la garganta y la otra versión de mí reía cada vez más fuerte. Cerré los ojos intentando gritar y desperté de nuevo. Volví a ver la luz prendida y, una vez más, no pude moverme para apagarla. Volví a cerrar los ojos. Ahora fue un nuevo sueño, un nuevo escenario... Era un centro comercial lleno de gente, de tiendas, de niños. Caminaba entre la multitud hacia el frente sin rozar a nadie, sin mirarlos. Tras unos cuántos pasos logré distinguir entre tanta gente a un individuo, pero no lograba verlo con claridad y fue cuando sentí la necesidad de acercarme, entonces empecé a correr esquivando lo mejor posible cualquier obstáculo sin mucho éxito. Una vez lo suficientemente cerca para verlo bien me doy cuenta que es alguien que conozco y corro más rápido para saludarle..., pero nunca pude alcanzarlo. Desperté. Esta vez no quise apagar la luz, pues desperté con una sensación de angustia y miedo bastante intensa. Volví a dormir. A partir de aquí no recuerdo qué soñé, pero en repetidas ocasiones despertaba (donde no pude apagar la luz) y unas cuántas más soñé que despertaba. ¿Cómo sabía que soñaba que despertaba? Fácil: La luz estaba apagada al "despertar".
Por la mañana fui regañada por dejar la luz encendida, me disculpé y volví a dormir... Logré dormir bien. Ya no quise despertar... Hasta que sonó el teléfono.
Episodios de 15 minutos aproximadamente, 15 minutos que parecían toda una vida en la misma mente. Se pierde la noción del tiempo y con cada "despertar" da más coraje. A veces despierto, a veces sueño que despierto; otras veces no despierto (o no quiero despertar)... Y cada pesadilla era peor que la anterior, cada vez más intensa, más vívida..., más difícil de recordar al despertar.
Empieza todo con una situación común en mi vida: una plática. Platico con una amiga que me comenta una mala noticia (para mí). Entristezco. Reprimo en el mismo sueño cualquier emoción, conservo la calma en la situación y la plática sigue fluyendo y pareciera que lleváramos HORAS platicando, pues es de notar cierto cansancio de ambas partes. Cada palabra que sale de la boca de mi soñada amiga me entristece más y más hasta que despierto. Despierto triste. Veo la habitación, la luz prendida..., pero no me puedo mover, aunque quiera, para apagar la luz. Mejor vuelvo a dormir. Inicia una especie de continuación de la plática con mi amiga, sólo que ahora platicaba (del mismo tema) con alguien exactamente igual a mí. La plática se volvió una calurosa discusión; gritábamos, nos enojábamos cada vez más, y nos hubiéramos golpeado de no haber estado separadas por un cristal bastante sólido que intentábamos romper en repetidos intentos. A pesar del cristal inquebrantable, nos escuchábamos y veíamos claramente, cada palabra y cada gesto. De repente, en medio de la exposición -a gritos- defendiendo uno de mis argumentos, me paralicé. Sentí un nudo terrible en la garganta y la otra versión de mí reía cada vez más fuerte. Cerré los ojos intentando gritar y desperté de nuevo. Volví a ver la luz prendida y, una vez más, no pude moverme para apagarla. Volví a cerrar los ojos. Ahora fue un nuevo sueño, un nuevo escenario... Era un centro comercial lleno de gente, de tiendas, de niños. Caminaba entre la multitud hacia el frente sin rozar a nadie, sin mirarlos. Tras unos cuántos pasos logré distinguir entre tanta gente a un individuo, pero no lograba verlo con claridad y fue cuando sentí la necesidad de acercarme, entonces empecé a correr esquivando lo mejor posible cualquier obstáculo sin mucho éxito. Una vez lo suficientemente cerca para verlo bien me doy cuenta que es alguien que conozco y corro más rápido para saludarle..., pero nunca pude alcanzarlo. Desperté. Esta vez no quise apagar la luz, pues desperté con una sensación de angustia y miedo bastante intensa. Volví a dormir. A partir de aquí no recuerdo qué soñé, pero en repetidas ocasiones despertaba (donde no pude apagar la luz) y unas cuántas más soñé que despertaba. ¿Cómo sabía que soñaba que despertaba? Fácil: La luz estaba apagada al "despertar".
Por la mañana fui regañada por dejar la luz encendida, me disculpé y volví a dormir... Logré dormir bien. Ya no quise despertar... Hasta que sonó el teléfono.